???h: No sé qué hora es, pero ya es de día. Supongo que las 5 y algo de la mañana. Ya se empieza a oir agetreo en la calle, gritos, música, coches... Así no hay quien duerma. Además, la luz que entra por las cortinas y las camas-tabla, no ayudan demasiado.
9:00h:Salimos a desayunar una especie de bollo frito de masa de churros sin azúcar, y un cuenco de leche de soja bastante insulsa.
Hoy nos toca visita a los monasterios de la zona. Por lo visto hay 108, pero nos vamos a quedar con 4 ó 5. El primero es el más alto de todos los cercanos al pueblo. Tiene un camino para subir andando o con mulas, otro camino de escaleras como las del monasterio que salía en la película de Kungfu Panda, y un telesilla. Ana y yo tenemos agujetas, así que nos vamos al telesilla y los chicos se van por el camino de cabras. Los precios del telesilla son: 35元 subir, 30元 bajar y 60元 subir y bajar. No hay descuento de estudiante.
La subida es lenta y da tiempo a apreciar el paisaje de la zona. Todo lleno de monasterios, grandes esculturas y las casitas del pueblo, todas grises de aspecto industrial.
Una vez arriba vemos como hay gente que viene peregrinando desde otros monasterios u otros pueblos. Los más debotos suben por las escaleras o el camino, siguiendo una especie de ritual: Cada tres pasos, deben arrodillarse e inclinarse en señal de oración otras 3 veces, tocando con la frente en el suelo.
Todos los templos guardan la misma distribución: un patio con estancias a los laterales, varios altares en el centro y quemadores de incienso. En los altares siempre se encuentra alguna divinidad dorada, acompañada de otras divinidades y rodeada de telas de color fucsia, dorado, naranja.. cuanto más llamativo mejor. También hay ofrendas de frutas, galletas, bebidas, caramelos, flores... Todo perfectamente colocado.
Ya que no podemos hablar con nadie que nos explique cuáles son los ritos típicos, me baso en lo que observo.. Parece que el ritual comienza en la entrada en la que hay que hacer 3 reverencias. Al llegar a uno de los quemadores de incienso, se cogen tres barritas con ambas manos y se hacen 3 reverencias en cada uno de los 5 puntos cardinales de los chinos (norte, sur, este, oeste y centro). Después se tiran las barritas a un cenicero gigante con forma de pagoda. Al ir entrando en los distintos altares, se arrodillan sobre unos cojines y dan 3 golpes con la frente en el suelo. Muchos dejan dinero en los altares o dentro de unos cuencos llenos de agua.
En un descuido, estaba yo paseando sola junto a la torre de la entrada, cuando se me acerca una monja ( con el pelo rapado y el mismo vestuario que los monjes hombres) y me enseña que tengo que colocar las manos juntas y seguirla. Tras dar 3 vueltas a la torre, se dirige al primer altar (y yo detrás). Al entrar, empieza a cantar una oración. Me intenta decir algo como que repita lo que ella pronuncia: "Un" "a" "ytsa" "ba" "ytsa" "na" "de". Así que allí me pongo a rezar no sé el qué, mientras los chinos del lugar me miran estupefactos. Le agradezco a la monja sus instrucciones y me voy, aunque ella quería que la siguiese por el resto de altares.
Ahora toca bajar las escaleras a pie. Ya nos tiemblas las piernas del cansancio. En el camino de bajada encontramos vendedores de rosarios budistas, monjes que suben mientras van barriendo las escaleras y pidiendo limosna para seguir su viaje. También se ven muchos lisiados que piden aprovechando el paso de los peregrinos.
Ya abajo, vamos a otro de los monasterios. Este es distinto, porque sólo tiene torres y da la sensación de ser una especie de cementerio.
El siguiente templo es el de la columna blanca gigante. Nos llama la atención que la base es circular y está compuesta de unos rollos labrados que giran sobre un eje.
La gente da tres vueltas haciendo girar los rollos. Van casi corriendo.
El último monasterio está desierto, no hay turistas, y los monjes están en el tiempo de rezo. Se sientan todos en filas de cojines, frente a unos pupitres bajitos donde tienen el té y el libro de oraciones. Todos cantan a la vez y tocan un tambor y una campana.
En este último monasterio, los del Paso de otros años, conocieron al maestro monje. Por lo visto es muy amable con los turistas y habla algo de inglés. Su nombre es algo como "Ai fan", pero entre nosotros le decíamos Iphone, como el teléfono de Apple. Preguntamos por él, y los monjes de la puerta nos dejaron pasar sin cobrarnos la entrada. Estuvimos esperando como una hora, y el monje no apareció. Así que decidimos irnos al pueblo.
En ese último monasterio, Samu conoció cómo es un baño de monjes. Por lo visto es una habitación con unas tablas con agujeros puestas sobre un lago de desechos. No se puede ni respirar allí dentro, así que sale espantado.
Una vez en el pueblo, damos una vuelta por un mercadillo callejero y algunos aprovechan para pasar por el ciber a conectarse un rato (3元/hora). Cenamos por 196元 y nos vamos al hotel, que mañana hay que madrugar para coger el bus a Pingyao.
Mientras escribo esto, los chicos se han ido de trekking nocturno a subir de nuevo al monasterio de Kungfu Panda, para ver el pueblo desde arriba por la noche.
En la tele están poniendo un programa para niños, como el de Rita Irasema a lo chino. Sale gente cantando y con distintas habilidades:
-Una chica que enseña a doblar servilletas con forma de kimono o de rosa.
-Un cortador de pepinos a ciegas, dándole forma de dragón.
-Otro cortador de vegetales que hace un pájaro y un crisantemo.
-Un chico que sirve el té con una tetera especial, que tiene el pitorro muy largo, y hace posturas raras para acertar a servir el té en los vasos.
No hay nada que merezca la pena en la tele..sólo culebrones chinos y anuncios de laxantes, así que... Zzz...Zzz...